sábado, 5 de noviembre de 2011

Texto Narrativo: Talón de Aquiles

Era tarde para recapacitar. Todas las cosas malas que había hecho, ya estaban hechas. Nunca fui el muchacho que las madres desean con sus hijas, y jamás quise serlo.
Mi talón de Aquiles apareció un quince de abril. Cabello negro, enormes ojos color café, piel pálida, aroma a hospital, algo usual para mí.
Necesito – fue lo único que pude oír antes de notar que mi corazón era un tambor africano. ¿Me oyes? – repitió más de una vez. Aquel día pase más tiempo pensando en que debería decir la próxima vez que aparezca, que en el ridículo que había hecho.
Mi madre era la mujer más terca y orgullosa que pudiera conocer. Tenía un corazón de caballero, lástima que no puedo decir lo mismo de su estómago. Han pasado más de dos años desde que le detectaron ulceras gástricas y un año desde que conocí a esa pálida mujer.
Sólo quedara esa alternativa, debes decidir – fueron las palabras que repetía mi madre una y otra vez camino a casa. Se ha vuelto loco, nunca lo haré. Mi madre empeoraba con los meses y no había palabras que la hagan cambiar de opinión.
En tres días, regresó – me abrazó – Espero que te hayas cortado el cabello. Algo me pedía seguirla.
Eran más de las cuatro de la madrugada. El Doctor Martínez me pedía que vaya por mi madre. En el camino hacia el hospital solo pensaba en las palabras correctas para resondrar sin lastimar.
Qué mujer para más valiente -  era ella, la pálida mujer.
Aquel día mi madre donó sus riñones y yo conocí el amor.

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